Puede que te hayas hecho esta pregunta alguna vez. Quizás sientes que tu pareja no te trata como debería pero no sabes hasta qué punto es normal este tipo de comportamiento en los chicos y lo excusas.
Cada vez vienen a consulta más chicas que son víctimas de maltrato psicológico. Muchas veces no son conscientes del maltrato pero otras veces sí y no lo verbalizan por vergüenza (es peor reconocerlo y no saber frenarlo que no darse cuenta de lo que sucede). Muchas de esas mujeres están alejadas del estereotipo de mujer maltratada que estamos acostumbrados a ver. Éstas son chicas jóvenes, muchas de ellas de menos de 35 años, con estudios, inteligentes, autosuficientes, decididas, responsables, con las cosas claras y poco influenciables. Seguro que os preguntaréis: ¿cómo puede ser posible que una persona segura de sí misma y poco influenciable acabe sufriendo maltrato psicológico? La respuesta es clara: el maltrato es como la gota malaya, va haciendo daño de una forma muy sutil y sin hacer ruido. Además, estamos acostumbrados y aceptamos los micromachismos, los vemos como algo normal pero no dejan de ser una forma de violencia hacia las mujeres que casi no percibimos por ser muy sutil. Si los aceptamos estamos abriendo la puerta al maltrato.
El maltratador normalmente es una persona que necesita sentirse poderosa y con el control de la relación, es por eso que intentará anular poco a poco a su pareja para ponerse por encima de ella. Esta dominación la hará poco a poco y no será a través de la imposición como comúnmente pensamos, sino a través del chantaje emocional y a partir de generar sentimientos de culpa en la otra persona. Esta manipulación no es sistemática, si lo fuera la pareja se daría cuenta y podría dejarlo, es por eso que suele ser intermitente con momentos en los que hay una entrega total a la persona y se pone a su mismo nivel de jerarquía. A medida que la persona se va sintiendo más insegura, más dependiente de él y más sola, es cuando aparecen las conductas agresivas más directas y la imposición constante.
¿Cómo puedo detectar el maltrato psicológico?
- De repente un día te das cuenta de que tienes que dar explicaciones de todo lo que haces, no necesariamente porque él te lo pida sino para evitar una posible discusión por ejemplo. Te ves pidiendo permiso de lo que haces y no haces, con quién vas y cuándo vuelves. Además, puede que acabes haciendo cosas que en un principio no deseas hacer. Le complaces y accedes a lo que le apetece a él.
- Has reducido tu círculo social. Ya no sales con tus amigas, no te relacionas con chicos (evitas el contacto hasta en el trabajo) y ves poco a tu familia. Además, ya no haces aquello que tanto te gusta, has olvidado tus aficiones ya sea porque a tu pareja no le gusta lo que te gusta a ti o porque hacerlas implica tener que dar explicaciones. Te ves sola y no tienes aficiones en solitario, sólo con tu pareja.
- Todo lo que haces es cuestionado o infravalorado. Si has tenido algún problema en el trabajo, te dice que no es para tanto o que te quejas por todo. No te apoya ni te entiende cuando le explicas tu punto de vista. Te esfuerzas por contentarle pero siempre es insuficiente, él alardea de lo que hace por ti y te sientes en constante deuda con él.
- Le quita importancia a tus logros personales y te va anulando poco a poco. Suelen aparecer frases sutiles o pequeñas bromas sarcásticas que cuando se realizan de forma constante acabas creyéndote. Por ejemplo: estáis hablando de política y no recuerdas el nombre de algún representante y tu pareja dice: “que tontita eres” o “mira que no saber eso, si lo sabe hasta un niño” (acompañado de una sonrisa).
- En ocasiones puede conseguir hasta que dejes el trabajo y dependas también a nivel económico. La aparición de niños puede ser un motivo de peso pero también el hecho de que él cobre más que tu o que no coincidáis en horarios. Además, suelen aparecer frases como: “no me extraña que cobres tan poco, te equivocas constantemente”, “cualquier día te echan, más vale que espabiles”.
- En las discusiones siempre acabas teniendo tú la responsabilidad. Tiene la habilidad de hacerte sentir culpable por todo y acabas siendo tú quien pide perdón y quien tiene que cambiar su comportamiento. Incluso te enumera y recuerda todos los errores que has cometido en el pasado.
- Puede aparecer el chantaje emocional con frases como: “si me dejas no soy nadie”, “si me dejas me mato”, “¿quién te va a querer más de lo que te quiero yo?”. Y cuando hay discusiones graves o te planteas en serio dejarle, se vuelve el novio perfecto durante un tiempo o se deprime enormemente por lo que te sientes mal por pensar en dejarle y le das una oportunidad tras otra.
¿Qué puedo hacer para salir de esta situación?
- Analiza las señales: Tienes que estar alerta ante esos primeros momentos en los que aparezcan señales. Cuando aparezca una de ellas, no lo permitas, marca tus límites y condiciones
- Refuerza tu círculo social: Llama a tus amigos, queda con ellos, y no pierdas el contacto con ellos ni con tu familia. Si ya es tarde, refuerza tus hobbies y quizás con ello conseguirás conocer gente nueva. Otra opción es buscar aficiones que impliquen relacionarte con gente.
- Valora tu criterio: Cuando te cuestione tus logros y opiniones piensa en la veracidad de tu criterio. Que nadie te haga pensar que eres tonta o que es absurdo lo que piensas o dices.
- Corta las discusiones: Cuando veas que empieza a recriminarte errores del pasado o que está dándole la vuelta a la tortilla, corta la discusión y retómala más tarde, cuando hayas reafirmado de nuevo tus razones y argumentos.
- Fomenta tu individualidad: Haz cosas a solas, consigue mantener tu independencia y autosuficiencia. Aunque parezca que lo hace para hacerte un favor, intenta no depender de él. Si él lleva la gestión económica, aprende a hacerlo tú también; si no sabes cambiar una bombilla, inténtalo.
- Si crees que sola no puedes hacerlo, o lo has intentado y no puedes, recurre a la ayuda de un profesional.
Me gustaría acabar explicando la anécdota de la rana en la olla de agua caliente:
Si echamos una rana en una olla con agua muy caliente, la rana saltará inmediatamente y escapará. Sin embargo, si echamos la misma rana en una olla con agua fría, ésta se quedará ahí. Si empezamos a calentar la olla poco a poco, la rana lo que hará será graduar y adaptar su temperatura corporal a la temperatura del agua. Esto lo hará hasta poco antes que el agua empiece a hervir. Una vez llegado ese momento, la rana siente la necesidad de saltar, pero ha perdido toda la energía en graduar su temperatura y morirá en el agua hirviendo.
No sigas graduando tu temperatura, ¡salta!
Encarni Muñoz Silva
Psicóloga sanitaria, 16918